¿Cómo elijo una escuela infantil?
Lamento comenzar este artículo confesando de antemano que yo no tengo la clave para elegir la mejor escuela infantil. Esa elección dependerá de muchos factores que cada progenitor deberá valorar y ponderar, tales como cercanía y comodidad a la hora de llevarlos al centro, metodología impartida, importe económico y muchos más. Pero si nos centramos en la educación que van a recibir los niños, sí que podemos fijarnos en unas cuantas cosas. Tener, por así decirlo, un “abc” de la buena escuela que os ayude a escoger entre las muchas ofertas que existen.
Cuando vayamos de visita al centro, lo que hay que hacer sí o sí para poder ver de cerca dónde va a estar nuestro niño durante tantas horas al día, podemos llevar con nosotros una lista de requisitos que, en forma positiva o negativa, nos sirva de guía.
Pero antes de eso, lo primero es informarnos de la legislación vigente acerca de ratios, espacios, personal trabajador y demás requisitos legales con los que deben cumplir los centros educativos infantiles. Con esto ya tendremos un primer filtro a aplicar, un filtro muy básico pero igualmente importante que no podemos perder de vista.
Una vez en el centro hay que tener claro que por mucho que repares en cada rincón una primera impresión siempre va a ser incompleta y siempre va a ser sesgada. Pero no tenemos otra cosa, así que trataremos de verlo todo y mirar sin prejuicios lo que observemos. Siempre podemos ampliarla después con la experiencia del día a día y cambiar de centro en caso de que lo consideremos necesario.
Pantallas. La actualidad hace que muchos centros presenten la instalación de pantallas en el centro como algo novedoso y favorable. Ya va siendo hora de que las escuelas infantiles estén al día en tecnología e incorporen las tabletas y demás dispositivos interactivos a su día a día ¿no? Pues no. Las principales asociaciones mundiales de pediatría desaconsejan totalmente la exposición a pantallas de los niños menores de dos años y, a partir de esa edad, la admiten de forma muy controlada y limitada. Por tanto, un centro repleto de televisores en los que poner los dibujos y pantallas móviles con las que interactuar no es lo más recomendable.
Lloros. Los lloros son otro de los puntos a tener en cuenta en la lista de requisitos. El llanto es algo normal en los niños, sobretodo en los que aún no han empezado a hablar. Es su forma de expresarse y comunicarnos algo. Por eso, una escuela infantil en la que parece que nunca llora nadie, no es a lo que debemos aspirar. Muy al contrario, en lo que deberíamos fijarnos es en cómo se responde ante él para así huir de los famosos “no lo cojas en brazos que se acostumbra” y demás técnicas educativas que desgraciadamente siguen aplicándose hoy día en algunos centros.
Tierra y suciedad. Cuando ves a tu hijo salir del cole igual de limpito y reluciente que lo dejaste por la mañana es normal alegrarse. Es posible que puedas evitarte la cuarta lavadora del día y eso, claro, es motivo de jolgorio y regocijo. Pero los niños necesitan experimentar, necesitan descubrir su cuerpo y el mundo en el que se desenvuelve, y no pueden hacerlo sin ensuciarse. Es más, no deberían hacerlo sin ensuciarse, sentir texturas y grados de dureza, diferentes temperaturas e incluso sabores. El patio de un cole lleno de plantas y tierra siempre es mejor que uno creado con plásticos y corchos.
Y así llegamos al final de la primera parte de características que ponderar a la hora de escoger un centro educativo infantil para vuestros hijos. Espero que os sirva de ayuda y podáis mirarlas como referente. Hablaré más sobre esto y otras cosas en las próximas semanas.