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Tetas y más tetas.
Una canción y un concurso musical han hecho que todo el mundo hable de tetas. Puede que no todo el mundo, pero sí mucha gente, a tenor de lo que me muestran las redes sociales cada vez que accedo a ellas.
Hay opiniones para todos los gustos. A un lado los que defienden que se utilice como símbolo una teta gigante en medio de un escenario, a otro los que creen que eso es una vergüenza, en un tercero los que hablan de cosificación, y en un cuarto quienes no saben qué opinan pero opinan algo.
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Experiencias en la infancia.
La infancia ha dejado de ser una época de la vida compuesta por tierra, rasguños en las rodillas y juegos que no salían del parque que quedase más cerca de casa. Es posible que nunca lo haya sido, pero así es como yo viví la mía y como muchos de los que ahora pasamos ya sobradamente la edad adulta recordamos que es. Nuestras experiencias se limitaban al entorno más cercano y los viajes familiares consistían en visitas a los abuelos.
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El verano y la temida retirada del pañal.
En pleno verano hay muchas familias con niños pequeños disfrutando de la arena de la playa, de los paseos al aire libre o de los chapuzones en las piscinas. También hay muchas otras pasándolo mal por un motivo que jamás debería estar entre los que meten presión a padres y niños. Ese motivo no es otro que la retirada del pañal.
Con el final del primer ciclo de educación infantil llega el paso al segundo junto con el temido momento en el que el pañal debe desaparecer de escena. Y es que el año en el que los niños y niñas celebran su tercer cumpleaños es el elegido para que controlen sus esfínteres.
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¿Es todo respetable cuando educamos?
Hace tiempo que quiero abrir este melón. Es uno de esos que nunca sabes cómo va a salir cuando lo partas, pero creo que merece la pena el salto. Así que ahí va la pregunta que encabeza este artículo: ¿es todo respetable cuando educamos? Es decir, ¿son respetables todas las formas de educación?
He sido educada en la tolerancia y el respeto hacia los demás, y me enorgullezco de ello. Creo que transmitir la importancia del respeto al otro es una de las cosas más importantes que podemos hacer como educadoras. Pero incluso esto tiene su cara B. Es esa que aparece cuando alguien elige educar de forma en la que no se respeta al otro.
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Decir «no».
Muchos padres y madres lo reconocen: se pasan el día con el «no» en la boca. Y es que, dicen, no hay manera de que haga caso, no para de hacer trastadas, o solo quiere hacer cosas que no puede hacer. Lógico. Más que nada porque lo que no pueden hacer suele ser lo más divertido.
Pero para evitar que los peques hagan de las suyas ya estamos nosotros, los adultos, que, sin pensarlo y como un impulso irrefrenable soltamos: «¡NO!».