Recomendación literaria: Verónica Torres se rebela contra el mundo.
Una historia autobiográfica que sucede en un colegio de monjas no es un eslogan de esos que enganchan lectores. Mejor sería decir algo sobre historias ocultas, apariciones extrañas y misterios por resolver, ¿no? Pues algo así debieron pensar quienes decidieron el texto de la contraportada de Verónica Torres se rebela contra el mundo, porque su mensaje adolece de esas sinopsis que, sin ser falsas, no son ciertas.
La historia que vamos a encontrar en esta novela de María Menéndez-Ponte no trata sobre grandes misterios por resolver. O sí, porque no hay misterio más grande que el misterio de la vida, máxime si lo vemos a través de los ojos de la infancia.
La historia nos cuenta el día a día de Verónica Torres haciendo de la cotidianidad una aventura digna de narrar. No tiene, ni necesita, sucesos exóticos. Engancha desde el primer capítulo por su frescura y la voz de su protagonista.
Verónica Torres es una niña que, en el seno de una familia acomodada, acude diariamente a su colegio; un colegio regentado por monjas. Verónica está siendo educada en la rectitud de los dogmas cristianos, o al menos sus profesoras así lo intentan, porque con una niña como Verónica nada es sencillo. Porque Verónica es curiosa, activa y un poco desvergonzada. Porque es atrevida y no tiene miedo a nada, o sí lo tiene pero se enfrenta a él con la valentía que solo la inocencia más verdadera puede ofrecer.
Lo que una niña no entiende sobre la vida adulta son muchas cosas. Por ejemplo, Verónica no entiende cómo es posible que una de las sirvientas que trabajan en su casa haya tenido un niño sin estar casada, ni por qué su maestra hace que las clases sean tan aburridas, o cómo es que hay niñas en su colegio a las que ella no ha visto nunca. Niñas como esa chica con una bata de color diferente al suyo y que parece tenerle tanto miedo que no quiere hablar con ella.
¿Y qué hace una niña cuando se enfrenta a situaciones que no comprende? Pues preguntar, preguntar sobre todo aquello que perturba su sesgada visión del universo. Pero los adultos de su alrededor no van a ponérselo fácil, pues ya se sabe que cuando niño nos hace preguntas incómodas, lo más habitual es que contestemos con respuestas incompletas o absurdas. Eso cuando nos dignamos a contestar, que no siempre es el caso.
Pero la protagonista de la historia no tiene intención de flaquear en sus intentos por averiguar qué ocurre a su alrededor y con mucha inocencia, y mucho sentido del humor, nos invita a que la acompañemos en las aventuras que esconden las páginas que narran su día a día.
La autora ha logrado imbuirlo todo de un aura de ternura que las ilustradora Ayesha L. Rubio se encarga de completar, creando ilustraciones que captan el aire inocente y a la vez pícaro y desenfadado de la protagonista y de los demás personajes que la rodean. Todo eso, junto con la cuidada edición de Duomo Ediciones hace que sea un placer sumergirse en el libro.
Verónica Torres llega a nuestras bibliotecas para mostrarnos lo bonito que es el mundo cuando se mira con los ojos amables del corazón. Los adultos tendemos a ver la parte complicada de la vida, porque la tiene, pero muchas veces es necesaria la voz de una niña para comprender que hay cosas que pueden ser muy sencillas.