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    El recién nacido, la mamá y las visitas.

    Un familiar o una amiga ha tenido un bebé. Tras un embarazo en el que nos habremos interesado, más o menos, por la madre, por fin ha llegado el momento que todos esperaban. El bebé ya está aquí.

    Con el nacimiento vienen las visitas. Así, juntas, como si fueran en un mismo pack. El hospital se llena de personas ansiosas por ver, tocar y besar al pequeño que acaba de llegar al mundo. Él, sorprendido ante tanta cara, sonidos y olores desconocidos, se mantiene impasible (en muchos casos), hace algún ruido que todos califican de adorable (en algunos), o llora desesperado buscando el consuelo de los brazos de su madre (en otros). 

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    ¿Tú comes en el wáter?

    Esta es la pregunta que quiero hacer a todas las personas que deciden que el mejor sitio para instalar una sala de lactancia es un cuarto de baño. Y no son pocas. Restaurantes, centros comerciales y locales varios colocan las salas de lactancia, o bien directamente en el baño o, en un alarde de consideración, en un cuarto al lado del baño de señoras y de caballeros, en el mismo pasillo aislado del resto de la civilización, con el mismo olor, pero al que han puesto un cartelito en el que puede leerse: “sala de lactancia”.

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    Cuidar de un hijo debería ser un derecho para los padres y para el bebé.

    Las mujeres nos quedamos embarazadas. Las mujeres vivimos el embarazo. Las mujeres parimos. Las mujeres amamantamos. Las mujeres criamos.

    Quizá sea necesario recordar algo tan obvio tras leer declaraciones como las que hace unos días hacía la candidata del PP al a Comunidad de Madrid, en la que defendía una maternidad alejada del cuidado de los hijos. Parece que no hay suficiente con que el acceso al mercado laboral de las mujeres esté marcado por una clara desigualdad. Ahora se pretende que las mujeres se incorporen o reintegren al trabajo casi recién paridas. 

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    Las ocho semanas de permiso por paternidad ¿Y qué pasa con mamá?

    El permiso de paternidad es ahora de ocho semanas. El pasado 1 de abril entró en vigor este aumento que reconoce a los papás su derecho a colaborar en la crianza de los hijos durante todo ese tiempo. La medida implica que en los últimos años este permiso se ha ampliado en más de un 300%. El de maternidad, por su parte, sigue siendo de dieciséis semanas.

    Es una buena noticia para los padres. Ahora podrán corresponsabilizarse de la crianza y encargarse de las tareas del hogar y de los demás trámites que surgen en el día a día. Y digo esto porque, a pesar de que los papás son, por supuesto, perfectamente capaces de cuidar de sus bebés, es mamá la que acaba de parir. Haber pasado por un parto, natural o mediante cesárea, la ha dejado agotada y dolorida. Las heridas físicas son evidentes y visibles, pero puede que también las haya emocionales. Ha vivido durante meses con un ser humano creciendo dentro de ella, formando parte literal de su cuerpo. Esto supone que ella ya conoce al bebé desde mucho antes que el padre, porque lo ha notado y sentido, porque ha salido de ella. Y ahora debe adaptarse a la nueva situación sintiéndose posiblemente un tanto desbordada.

    Puede que haya decidido no dar el pecho, o puede que sí. Si es así solo ella es la que tiene la posibilidad de alimentar al bebé y la exigencia en cuanto a horarios, falta de sueño y rendimiento físico es si cabe mayor. Puede que su deseo de darlo todo y de cuidar lo mejor posible de su bebé le impida ver que necesita descansar. Por eso, una de las mejores cosas que pueden hacer los papás es encargarse de todas las cosas que sí pueden hacer del mismo modo que mamá, que son muchas. 

    La ampliación del permiso de paternidad es una gran noticia para las familias. Las mujeres no tienen que quedarse al cargo de todo a los pocos días de haber dado a luz, y eso es muy bueno. Sin embargo, esto no debe hacernos olvidar que el permiso de maternidad se encuentra inalterable desde hace treinta años y que estamos a la cola de Europa en este aspecto. 

    Se plantea como objetivo la igualdad en los permisos bajo el pretexto de evitar discriminaciones laborales para las mujeres. El objetivo es que el permiso de paternidad se amplíe a doce semanas en 2020 y a dieciséis en 2021. Olvida no obstante esta medida que las mujeres no sufren discriminación exclusivamente por el hecho de ser madres, sino que va mucho más allá de esta posible condición. 

    Lo que sí es un hecho es que la lactancia materna exclusiva es el alimento recomendado durante, al menos, los seis primeros meses de vida por las principales asociaciones mundiales. Entre otras, la Asociación Americana de Pediatría, UNICEF y la OMS invitan a utilizarla de este modo. Sin embargo, un alto porcentaje de mujeres que decide amamantar se ve en la obligación de dejar de hacerlo en exclusiva o hacerlo de forma diferida porque el permiso de maternidad no cubre ni tan siquiera este período de seis meses. Amamantar o no hacerlo debe ser siempre una opción para la mujer, y cualquier decisión merece el mismo respeto. Pero quienes quieran hacerlo, deben tener la seguridad y tranquilidad de poder hacerlo.

    Por último, se ha otorgado al tiempo de permiso de paternidad un carácter intransferible, al igual que lo es el de maternidad. Todo ello bajo el pretexto de la no discriminación de la mujer. Pero esto no esconde el hecho de la escasez del permiso que reciben ellas. 

    Cuando se amplíen ambos lo suficiente como para merecer consideración de ser garantes de las necesidades mínimas del bebé y la familia podremos empezar a hablar de conciliación.