Enseñar aprendiendo

Escuela infantil universal y gratuita… ¿por fin?

Todos los padres se saben bien la lección. Tienes un hijo y en cuanto toca volver al trabajo, que es pronto, el niño se va a la escuela infantil. Porque las únicas opciones son esa o bien irse con los abuelos, si es que se tiene la posibilidad. Y a las familias les toca hacer malabarismos para poder cumplir con todas las exigencias, económicas y sentimentales, que tal situación supone.

No deja de ser curioso que la educación infantil se lleve, en España, gran parte de los recursos económicos del núcleo familiar, máxime cuando los profesionales de la misma tenemos un salario tan exiguo, por no decir irrisorio. Así que la posibilidad de una educación infantil de primer ciclo, es decir de 0 a 3 años (recordemos que la de segundo ciclo ya está cubierta de forma pública), que sea universal y gratuita es una buena noticia, un notición vamos. ¿O no?

La noticia saltaba a la palestra hace unos meses, cuando el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el líder de Podemos, Pablo Iglesias, pactaban universalizar la gratuidad del ciclo educativo de cero a tres años. ¿Es esto bueno? Puede que sí. ¿Es malo? Pues puede que también. Como casi todo, depende del punto de vista desde el que se mire y depende de la posición que cada uno ocupe. O peor, depende de cómo nos lo vendan.

En principio, dar acceso universal y gratuito, entendido esto como público o cubierto por el Estado, es decir, pagado por todos y convertido en prestación social, es positivo. De hecho, se me ocurren pocas cosas tan importantes a las que destinar el dinero como la educación. Puede que hasta los profesionales de la educación infantil viésemos nuestro trabajo mejor valorado, soñar es gratis.

El problema viene cuando esto nos lo presentan para ocultar que nos están colando por detrás algo que no es nada positivo. Cuando nos venden en letras grandes y coloridas un supuesto avance para enmascarar algo completamente intolerable: la escasa, por no decir nula, ayuda a la conciliación familiar y laboral que hay en España. Claro que sería positivo ampliar la red pública de primer ciclo, o ayudar más a las familias a sufragar el pago de las escuelas privadas, o como sea que tengan pensado hacerlo (no han dado mucha información por el momento), pero no puede olvidarse que existen otros aspectos, indisociablemente unidos a este, que se encuentran desatendidos. 

Junto a este anuncio deberían oírse otras cuestiones como las de alargar los permisos de maternidad mínimo hasta los seis meses de leche materna exclusiva recomendada, adecuar los horarios laborales a la realidad social y familiar, asegurar el acceso y la reincorporación de la mujer al mercado laboral sin el estigma de ser, o haber sido, madre, y muchas más. 

Mientras, no puedo evitar sentir el anuncio de la universalización del primer ciclo educativo infantil como una utilización y tergiversación de una realidad desfavorable que, para mayor ofensa,  pretenden volver a su favor.

La escuela infantil es un sitio en el que los niños están bien cuidados y atendidos, en el que crecen y aprenden. En él, los y las educadoras infantiles acompañamos y educamos a los niños, promovemos su desarrollo en todos los ámbitos y fomentamos una educación emocional sana y completa, entre otras cosas. Por ello, es una buena opción a elegir, y lo sería aún más si no supusiera excluir el necesario vínculo familiar. Porque no puede ser que llegues de trabajar a casa y tus hijos ya estén dormidos. No puede ser que el Estado consienta y potencie que los progenitores sean padres de fin de semana.