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Decir «no».
Muchos padres y madres lo reconocen: se pasan el día con el «no» en la boca. Y es que, dicen, no hay manera de que haga caso, no para de hacer trastadas, o solo quiere hacer cosas que no puede hacer. Lógico. Más que nada porque lo que no pueden hacer suele ser lo más divertido.
Pero para evitar que los peques hagan de las suyas ya estamos nosotros, los adultos, que, sin pensarlo y como un impulso irrefrenable soltamos: «¡NO!».
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Las rabietas, también en los adultos.
Las rabietas, las terribles rabietas, las temidas rabietas… ¿Qué son las rabietas? Pues una rabieta no es otra cosa que la expresión de la frustración del niño ante un deseo que no puede cumplir. Así de sencillo y así de difícil de llevar en muchas ocasiones. Porque cuando un niño monta un numerito en medio de la calle se pasa muy mal. Un niño siempre, claro, que nosotros, los adultos no hacemos esas cosas. ¿O sí?
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¡Qué bonito! Me lo llevo. Esa manía adulta de quitarles las cosas a los niños.
Los adultos tenemos un sentido del humor ultra desarrollado, nos encanta hacer bromas y reírnos. Resumiendo: que somos la leche. O eso es lo que nos creemos. De ahí que parezcamos haber desarrollado una especial predilección por reírnos de quitarles cosas a los niños.
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¡Shhh! No le digas nada, que llora.
Los niños sintonizan nuestras emociones. Es un hecho que los adultos tenemos oportunidad de comprobar en múltiples ocasiones. Siempre digo que los niños son personas tremendamente empáticas y capaces de percibir nuestras emociones y estado de ánimo de una forma mucho más precisa de lo que creemos.
Esto toma un cariz un tanto cómico, o desesperante, según el caso, cuando, por ejemplo, un niño sea cae al suelo. La situación suele ser la siguiente: estás en el parque con tu hijo, sobrino o nieto y él juega libre (todo lo que le permite ese parque de ciudad) y sonriente entre los matorrales. Y en ese momento, cuando más se estaba riendo, tropieza y se cae.
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¿Qué nos ocurre cuando nos relacionamos habitualmente con niños?
¿Qué le ocurre a un adulto cuando se relaciona a diario con niños? ¿Cuáles son las consecuencias de que gran parte de tu tiempo esté dedicado a criar, cuidar o educar a niños? Esto es lo que me preguntaba yo hace unos días cuando hablaba sobre mi profesión con amigos. La conclusión a la que llegué fue clara: tratar con niños te convierte en una persona mejor.