Enseñar aprendiendo

El duro período de adaptación y la palabra más repetida.

Llamamos período de adaptación a esos primeros días, o semanas, o meses, que tardan los niños en adaptarse a pasar sus jornadas diarias, en ocasiones gran parte de ellas, en la escuela en lugar de pasarlas con sus familias.  Lo primero que hay que comprender es que no todos los niños lo viven igual. Hay niños que enseguida empiezan a pasárselo genial, reír y jugar en clase, y parece que ni siquiera se han dado cuenta del cambio. Pero la gran mayoría no lo vive de esa forma. Para muchos, ese período de aclimatación supone un verdadero sufrimiento que tendemos a infravalorar.

Mamá. Esa es la palabra más repetida hoy, el primer día de colegio. Se pronuncia entre lágrimas y gritos, repetida sin cesar. Se oye como un mantra que pudiera ayudar a los más pequeños a sobrellevar la herida que supone la incorporación en la escuela.

Mamá “solo” se ha ido unas cuantas horas a trabajar y volverá en cuanto pueda, tan deseosa como su pequeño de reencontrarse y abrazarse. Pero eso lo sabe mamá, no el niño. Para él, o ella, lo que sucede es que la persona con la que pasa su tiempo, su cobijo, su consuelo, su figura de apego, su hogar en todos los sentidos, lo ha dejado sólo en un lugar desconocido lleno de extraños y se ha marchado. No sabe que volverá o aun sabiéndolo, si tiene la edad suficiente para ello, no vive el tiempo del mismo modo que un adulto, por lo que esas horas le parecen eternas. 

Los niños se merecen que tratemos este período con el respeto apropiado desde las escuelas. Porque nosotras, educadoras y maestras, estamos para cuidarlos y acompañarlos, para educarlos y comprenderlos. Ir al colegio requiere que se separen de sus familias y todo ese proceso resulta muy doloroso para los más pequeños.

Lo que no necesitan oír los niños es que ya son mayores para ponerse así, que mamá se va a enfadar si no se portan bien o que están feos cuando lloran. Muy al contrario, en esos duros momentos necesitan nuestra entrega, nuestros abrazos y nuestro consuelo. 

Ellos se sienten desolados y lo que sienten es perfectamente válido. Porque la tristeza es una emoción necesaria y natural, algo por lo que muchos tienen que pasar hasta comprender, poco a poco, que mamá estará pronto con ellos a pesar de tener que dejarlos unas horas en el colegio. Les llevará un tiempo entender que sólo se ausenta lo mínimo necesario para trabajar y en cuanto pueda volverá y que, mientras tanto, pueden jugar y aprender cosas maravillosas junto a sus educadoras y compañeros.

Quizá toca ir dándonos cuenta de que el período de adaptación debería servir para que nosotros, educadoras y familia, que para eso somos los adultos, nos adaptemos a las necesidades de los niños ante un cambio así en sus vidas. Ellos son los que nos van a ir marcando cuándo y cómo se encuentran más cómodos. Ellos serán quienes lentamente dejarán de necesitar tanto contacto o atención directa y comenzarán a explorar la escuela e interactuar con sus compañeros.

Lo que no cambiará en ningún momento es la sonrisa en sus caras cuando pronuncien “mamá” al verla llegar a la hora de llevarlos a casa.