Enseñar aprendiendo

Cuidar de un hijo debería ser un derecho para los padres y para el bebé.

Las mujeres nos quedamos embarazadas. Las mujeres vivimos el embarazo. Las mujeres parimos. Las mujeres amamantamos. Las mujeres criamos.

Quizá sea necesario recordar algo tan obvio tras leer declaraciones como las que hace unos días hacía la candidata del PP al a Comunidad de Madrid, en la que defendía una maternidad alejada del cuidado de los hijos. Parece que no hay suficiente con que el acceso al mercado laboral de las mujeres esté marcado por una clara desigualdad. Ahora se pretende que las mujeres se incorporen o reintegren al trabajo casi recién paridas. 

Y para colmo se hace desde un supuesto progresismo defendido por mujeres. Pero lo que queremos todas es que tanto los políticos como la sociedad se den cuenta de una vez de que aquí no hay bandos, ni colores, ni siquiera géneros. Que dejen de utilizarnos para pedir que una mujer no cuide de su hijo. Que no nos usen para impedir a ninguna madre recuperarse física y emocionalmente de un parto. Que no se escondan tras una hipócrita defensa de la incorporación de la mujer al mercado laboral.

Lo que hace falta, lo que de verdad surte efectos en la igualdad de la mujer es que se valore y se proteja lo que hacemos. Y para ello hay que asegurar que no vayamos a ser discriminadas por ser madres y hacer uso del permiso de maternidad, el cual, dicho sea de paso, es ridículamente insuficiente. 

Y no sólo las mujeres necesitan de esa protección y reconocimiento. Los niños, esos bebés que nacen cada día y a cuyas madres y padres les impiden continuar cuidándolos a los pocos meses de vida, también la precisan. Resulta perturbador pensar en que para poder emprender o trabajar haya que dejar a un recién nacido de días o semanas de vida con personas que no son sus padres. 

Los bebés necesitan a su madre para nacer, para alimentarse, para consolarse, para formarse, para crecer, para vivir. La leche materna en exclusiva es el alimento recomendado para el bebé durante los primeros seis meses de vida. Así que, con el actual permiso de maternidad, quienes deciden amamantar deben hacer cabriolas para poder hacerlo en diferido y no negar a sus hijos este beneficio. Y las mujeres que no pueden o no quieren dar el pecho tienen que dejar que sean otros quienes den el biberón a ese niño que acaba de salir de dentro de sus entrañas y que tanto las necesita.    

Venimos al mundo indefensos, inocentes y en cierto sentido, sin completar. Por eso nos vamos formando durante la infancia, con el cariño y el amor de mamá y papá. ¿Significa esto que las mujeres deberían dedicarse a cuidar de sus hijos en exclusiva? ¿Significa que deben renunciar a trabajar? No. Claro que no. ¿Significa que deben incorporarse al trabajo lo antes posible delegando la crianza en otros? Tampoco. Significa que la mujer debe tener la posibilidad de elegir, el derecho a hacerlo y la protección necesaria para llevar a cabo cualquier decisión

El papel del Estado, de la función pública, es proteger a mamá y bebé. Para que se sientan libres de elegir con autonomía la opción que mejor les convenga. Para que tengan la libertad de estar juntos, necesitarse y quererse. Para que puedan amarse y cuidarse.