Dímelo leyendo

Literatura infantil. Dímelo leyendo.

La importancia, en su presente y más aún en su futuro, que tiene la literatura que consumen los niños a lo largo de sus primeros años de vida es de una envergadura tal, que no sé si alguna vez los adultos llegamos a percibirla en su totalidad.

Nosotros, que ya pasamos hace tiempo por el asombroso camino que es la primera infancia, miramos desde la siempre olvidadiza distancia esa edad en la que todo era nuevo y todo se absorbía con ansiedad. Y dejamos a veces en manos de otros (editoriales, campañas publicitarias, escaparates) la tarea de decidir qué leen nuestros hijos, o sobrinos, o alumnos.

Cuánto leen los niños, o les leemos, cómo se hace, así como la calidad y contenido de lo que consumen, repercute directamente en su desarrollo. Los primeros años de vida se caracterizan por ser un período en el que se produce un avance muy intenso en todos los aspectos evolutivos y se establecen las bases para un desarrollo cognitivo y emocional. Podemos afirmar que lo que ocurre en este período de la vida de un niño tendrá una gran repercusión en su futuro. El problema, como casi siempre en educación infantil, es que gran parte de los resultados no se verán hasta años después y, cuando eso ocurre, establecer relaciones directas con algo tan concreto como contar cuentos o leer historias a un niño no resulta sencillo.

Pero para el niño la literatura no se presenta como un conjunto de contenidos que aprender, sino como una serie de vivencias y experiencias con las que entrar en contacto. Es todo un universo que, como el real, está por descubrir. Así, la literatura le servirá como referencia y ejemplo de comportamientos y acciones, como método de comprensión del mundo. Le servirá también para crear y potenciar ideas; desarrollará su imaginación y formará conexiones en su mente que de otro modo serían difíciles de crear. Y en última instancia, en los momentos difíciles, podrá ser un lugar de refugio y una vía de escape.

Así que, aunque no podamos ver de inmediato para qué sirve esto de la literatura en la primera infancia, ¿no merece la pena acercar a los niños a algo así? Es más, ¿no merece la pena que nosotros también nos acerquemos?

Existe una idea en nuestra sociedad que parece determinar que la literatura infantil sólo es para niños. Y no es así o, al menos, no debería serlo. La literatura infantil es aquella que es accesible a los niños, cuyos parámetros de escritura, su lenguaje, su composición, su trama y tantas otras características, están pensados y estructurados de un modo en el que al niño le sea posible acceder. Pero esto no implica ni peor trabajo ni menor esfuerzo creativo ni, por supuesto, peor calidad. Más bien al contrario, los niños son un público perspicaz, intuitivo y exigente que demanda buena literatura y que no se conforma con cualquier cosa. No hay más que leer varias obras a un niño (o dejar que las lea si ya puede hacerlo) para comprobar que pronto surgirán diferentes gustos y preferencias en sus elecciones.

En un momento en el que el mercado editorial infantil está tan saturado de contenidos, es de especial importancia elegir bien. Para ello, la única forma es informarnos y leer, leer lo que leen los niños. Fijarnos en criterios que consideremos de confianza puede ser una opción, pero lo mejor será, además, leer nosotros mismos lo que después vayan a leer los niños. Dejar que esa inocencia y capacidad de sorpresa que caracteriza sus vidas en ese momento nos invada y ver qué es lo que queremos ofrecerles. Después, nuestro trabajo es mostrar y ofrecer, nunca obligar. Pero esa ya es otra historia y la trataremos en su momento.