
Recomendación literaria: Colores de Hervé Tullet, editado por Kókinos.
A los niños les encanta experimentar con los libros. En realidad, les gusta la interacción en general: tocar, saborear, coger… Es lo propio de una etapa, la primera infancia, en la que todo es nuevo y tienen que aprender cómo funciona el mundo.
Podemos empezar a leer a un niño desde el mismo momento en que nace (o incluso antes), pero tenemos que tener en cuenta que su respuesta no será, no puede serlo, la de mirarnos calladito escuchando durante quince o veinte minutos lo que les contamos. Su capacidad de atención, de comprensión y su interés irán variando y evolucionando con el paso del tiempo. Por eso, cuanto más pequeños son, más probable es que se distraigan y que utilicen el cuento como objeto de experimentación.
Y cuando de experimentar con los libros se trata, Hervé Tullet, clásico ya donde los haya, es el máximo exponente en cuanto a literatura infantil. Sus libros están plagados de imaginativas formas de interacción con los niños que además nos ayudan a enseñar conceptos como la dirección, la forma o, en el caso del que nos ocupa, los colores.
Tullet ha hecho de una premisa sencilla, un simple punto de color en una página en blanco, el lugar de partida de muchas de sus obras. La genialidad de la premisa no deja de sorprender libro tras libro, pues permite una versatilidad e interacción con el lector que atrapa desde la primera página.
En Colores ese punto inicial es de color gris. Pero con un toque de nuestro dedo podemos hacer que otros colores, poco a poco (son un poco tímidos, nos dice el autor) vayan acercándose a jugar con nosotros. El libro nos pide que hagamos diferentes acciones para mezclar los colores. Podemos coger un poco de uno, ponerlo en otro y averiguar qué nuevo color sale de esa mezcla; o podemos inclinar el libro para comprobar cómo chorrean por la página. También nos pedirá que lo agitemos o que lo cerremos de golpe para ver qué ocurre. Y la respuesta siempre está en la página siguiente, donde comprobamos qué efecto ha tenido nuestro gesto anterior.
El libro nos habla directamente a nosotros: el lector. Así que podemos hacer que el niño vea que se dirige explícitamente a él para que la conexión sea aún mayor. Un libro que te habla y que quiere jugar contigo es lo más divertido del mundo. Así, página a página, felicita a su lector por lo bien que está llevando a cabo las indicaciones.
Respecto de la edad recomendada, se puede utilizar con niños a partir de dos años (o incluso menos) y sin límite de edad superior. No creo que haya nadie que no disfrute con él. Mi fascinación personal por estos libros es más que conocida entre mis amigos. O, más bien, entre sus peques, que son los que disfrutan de estas lecturas llenas de diversión.
No dejéis de utilizar el libro como vehículo para usar pintura de dedos y mezclar colores sobre papel continuo o una mesa para mezclas bien forrada. Los peques disfrutan mucho con este tipo de actividades que les permiten ensuciarse las manos sin nuestra cara de susto posterior. Como nos dice el autor: “sobretodo… ¡diviértete muchísimo!»

