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Volver a la escuela en tiempos de coronavirus.
Con la desescalada en marcha en todo el país, la pregunta es evidente: ¿Cuándo volverán los niños y niñas al colegio? Y a esta, que parece la que más movimiento social había suscitado en un principio, se unen ahora muchas otras. ¿Deberían ser los niños de educación infantil los últimos en volver? ¿Es tan peligroso, en términos de contagio, que los niños se junten de nuevo en clase? ¿Qué medidas de seguridad se van a adoptar en los centros escolares?
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Las fotografías y vídeos de la escuela infantil.
Realizar fotos y vídeos de los niños en la escuela infantil es de lo más común entre los educadores. Los padres quieren ver a sus pequeños disfrutando del tiempo de colegio. Les gusta que se les envíen periódicamente imágenes o escenas de los niños, tomadas mientras ríen y realizan actividades.
Es una necesidad, la de ver a tu hijo, o nieta, o sobrinito y saber que está bien y que disfruta, que comprendo. Ya no solo por el deseo básico de su bienestar sino porque ayuda a paliar esa vocecita que llevamos dentro y que nos acecha cuando pasamos más horas de las que serían recomendables en el trabajo. La realidad laboral dista mucho de permitir una conciliación real y muchas familias sienten que se están perdiendo parte importante de la vida de sus hijos. Las imágenes que les remitimos les ayudan a sentirse mejor.
Pero es ese escenario, la de las risas y las actividades felices, una representación falsa de la realidad. No porque los niños no estén contentos en la escuela, que lo están. Sino porque del mismo modo en que un niño no se pasa todo el tiempo que pasa en casa riendo, tampoco lo hace en la escuela. Pero las imágenes de llantos, enfados y mocos no se envían. Esas no quedan bien. No dan buena imagen.
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¡Shhh! No le digas nada, que llora.
Los niños sintonizan nuestras emociones. Es un hecho que los adultos tenemos oportunidad de comprobar en múltiples ocasiones. Siempre digo que los niños son personas tremendamente empáticas y capaces de percibir nuestras emociones y estado de ánimo de una forma mucho más precisa de lo que creemos.
Esto toma un cariz un tanto cómico, o desesperante, según el caso, cuando, por ejemplo, un niño sea cae al suelo. La situación suele ser la siguiente: estás en el parque con tu hijo, sobrino o nieto y él juega libre (todo lo que le permite ese parque de ciudad) y sonriente entre los matorrales. Y en ese momento, cuando más se estaba riendo, tropieza y se cae.
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El duro período de adaptación y la palabra más repetida.
Llamamos período de adaptación a esos primeros días, o semanas, o meses, que tardan los niños en adaptarse a pasar sus jornadas diarias, en ocasiones gran parte de ellas, en la escuela en lugar de pasarlas con sus familias. Lo primero que hay que comprender es que no todos los niños lo viven igual. Hay niños que enseguida empiezan a pasárselo genial, reír y jugar en clase, y parece que ni siquiera se han dado cuenta del cambio. Pero la gran mayoría no lo vive de esa forma. Para muchos, ese período de aclimatación supone un verdadero sufrimiento que tendemos a infravalorar.
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Los miro y ahora, veo.