Enseñar aprendiendo
La siempre difícil tarea de educar. Descubrir que los niños tienen tanto o más que enseñarnos que nosotros a ellos es el primer paso.
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¿Qué nos ocurre cuando nos relacionamos habitualmente con niños?
¿Qué le ocurre a un adulto cuando se relaciona a diario con niños? ¿Cuáles son las consecuencias de que gran parte de tu tiempo esté dedicado a criar, cuidar o educar a niños? Esto es lo que me preguntaba yo hace unos días cuando hablaba sobre mi profesión con amigos. La conclusión a la que llegué fue clara: tratar con niños te convierte en una persona mejor.
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¿Y si cambiamos el ideal romántico por la felicidad?
Las películas -y series, canciones o directamente conversaciones a mi alrededor- de mi infancia estaban llenas de príncipes salvadores y princesas indefensas, de besos de amor verdadero que lo curaban todo e, incluso, de escenas que vistas hoy en día se muestran como clara expresión de violencia de género. ¿Por qué la vida de las mujeres que han pasado los treinta está plagada de este tipo de referentes tóxicos?
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El duro período de adaptación y la palabra más repetida.
Llamamos período de adaptación a esos primeros días, o semanas, o meses, que tardan los niños en adaptarse a pasar sus jornadas diarias, en ocasiones gran parte de ellas, en la escuela en lugar de pasarlas con sus familias. Lo primero que hay que comprender es que no todos los niños lo viven igual. Hay niños que enseguida empiezan a pasárselo genial, reír y jugar en clase, y parece que ni siquiera se han dado cuenta del cambio. Pero la gran mayoría no lo vive de esa forma. Para muchos, ese período de aclimatación supone un verdadero sufrimiento que tendemos a infravalorar.
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¿Verano y vacaciones con niños?
Las vacaciones escolares son uno de los momentos más temidos por muchas familias. Es comprensible; los niños tienen más de dos meses de vacaciones y los padres sólo un mes repartido a lo largo de todo el año.
Con esta situación, la perspectiva de unos meses por delante en los que los niños no tengan colegio puede ser realmente estresante. Porque el ritmo de vida de los adultos no entiende de necesidades infantiles. Porque el jefe y el trabajo pendiente no piensan en tardes de piscina ni excursiones al campo. Porque los estrictos horarios del día a día no comprenden que tu hijo se pare a mirar cada piedra que se encuentra en el suelo.
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Los miro y ahora, veo.